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El hombre se hizo dios

  • Foto del escritor: Santos Galaviz Meza
    Santos Galaviz Meza
  • 3 feb 2020
  • 3 Min. de lectura

Entonces les dijo: vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.

Lucas 16:15


Interactuando con la serpiente, ésta le dijo: "Dios sabe que el día que comáis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal." Era una oferta altamente atractiva, tanto Adán como Eva podrían decidir por si mismos lo que a su juicio era correcto y según ellos serían sabios como Dios. Su proceder motivó la ruptura

con el creador, dejaron de ser dependientes de Él e inmediatamente decidieron que estaban desnudos, fue entonces que comenzaron a pensar por si mismos (Génesis 3:10).


Hoy en día es palpable observar esa continuidad, el hombre por su propia mente no ve ni escucha la voz de Dios cuando está lleno de él mismo, en su dogma se dirige como si fuese jefe de estado; en lugar de servir, anda rodeado de sirvientes donde predominan sus propias ideas, concertando un pacto con Dios, con ceremonias y rituales que son adaptadas a intereses particulares y se encamina tratando de ser su propio dios, enseña que la iglesia debe estar sujeta unos a otros y es aceptable, pero en realidad pretende que todos sus adeptos permanezcan sujetos a él.


Estas prácticas le hacen creer que tienen el derecho de medir la fidelidad espiritual de sus seguidores como si fuese un ser supremo, le es muy fácil tirar la primera piedra sin sentimientos de misericordia y una exigencia moral nula. Lo cierto es que de continuo prevalece desvirtuado el concepto, adoptando un paradigma mercantil basado en percepciones de justicia y equidad.


Pero lo que Dios quiere es que administremos adecuadamente nuestra fidelidad a Él, sin caer en estereotipos inestables del sistema, haciendo su voluntad día tras día sin buscar nuestra propia gloria (1 Cor.4:2) siendo honestos consigo mismos sin la presunción de inocencia, porque todos en cierto sentido vivimos inmersos en prejuicios y defectos, acciones que indican que somos culpables de algo.


Entonces, cómo adjudicarse ser el poseedor del fidemómetro por así decirlo, para medir el nivel de fe, de lealtad y de la rectitud que solo a Dios le corresponde, la Escritura dice que: "Los hombres de baja condición sólo son vanidad, y los de alto rango son mentira; en la balanza suben, todos juntos pesan menos que un soplo". (Salmos 62:9 BLA).


En esta sociedad pos moderna se aprecia instalado un sentido de vida cómoda y placentera en la cual las inquietudes de continuo recaen en lo cotidiano, seguimos lo que se dice, estamos bajo la atmósfera de la tradición y la costumbre, donde Dios es relegado por el actuar del hombre que pretende encontrar la felicidad sin Él y luego se conduce por falsas esperanzas de tipo espiritual, predominando una mentalidad basada en aspectos funcionales y cuantificables, que contrasta con la verdad absoluta; encontramos muchos dioses de diferente índole denominacional, donde todo es relativo y lo que es verdad para unos para otros puede no serlo. Y....... se olvidan que el Señor es quien porta la verdad, mide y calibra la fidelidad de los creyentes y los acerca a Él, y no se rige por ciertos tipos de actividades que disfrazan la verdad con números. El Señor quiere que el creyente transite en conciencia de Dios conforme al sentir del Espíritu Santo.

 
 
 

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